La Administración Científica de Frederick
W. Taylor - Parte 4
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¿Poderoso caballero, Don Dinero?
En la traducción completa de Principios de Administración
Científica editada por El Ateneo, Biblioteca de Ciencias Económicas,
Buenos Aires, Taylor menciona la "Psicología del obrero".
Al respecto establece dos grandes elementos motivantes del trabajador
(aunque el incentivo monetario es el principal y excluyente):
• El concepto de tarea, es decir que al tener el obrero una tarea
claramente delimitada y exigente, tenderá a cumplir con la
misma. Esto coincide, en cierto aspecto, con la teoría de la
fijación de metas establecida por Edwin Locke en la década
de los años sesenta, la cual establece que metas específicas
y difíciles conducen a un mejor desempeño. Pero para
Taylor esto surte efecto siempre y cuando se cumpla con el siguiente
elemento motivador:
• El concepto de hombre racional y económico. En todas las
obras de Taylor está omnipresente y arraigada la creencia de
que lo que motiva al trabajador es, sencilla y prácticamente,
la remuneración económica; es decir lo que algunos autores
califican como una concepción de un Hombre Racional y Económico.
De tal manera que si lo que impulsa al trabajador es el dinero, para
obtener su mayor esfuerzo bastará con una remuneración
relacionada a su productividad y/o con la amenaza de la pérdida
de tal remuneración.
Testimonios de Taylor Ante la Comisión Especial (enero de
1912)
El modelo taylorista fue resistido y dio lugar a fuertes controversias.
Tanto fue así, que la Cámara de Representantes de los
E.E.U.U. conformó en 1911 una comisión especial "Para
investigar el Sistema de Taylor y otros de Administración de
Talleres", y en especial los graves conflictos que se habían
generado en un arsenal del Estado. (Según Pini "Taylor
estuvo lejos de obtener éxito en la parte más ambiciosa
de su concepción: el bienestar social a través de una
mayor productividad. Ésta se alcanzó, pero en lugar
de obtener la cooperación entre empleados y trabajadores, recogió
oposiciones y críticas, en particular de los medios sindicales
y hasta del gobierno federal, que en 1917 prohibió la aplicación
de las técnicas tayloristas en algunas plantas estatales").
Según Merrill: "En enero de 1912, después de muchas
audiencias durante las cuales Taylor creía que la administración
científica había sido falseada y tergiversada, tomó
la palabra y rindió el testimonio":
"La administración científica no es ningún
plan de eficiencia... ni una forma nueva para pagar a los obreros;
no es un sistema de pago a destajo; no es asignar un cronómetro
a un trabajador y poner por escrito los datos referentes a él;
no es un estudio de tiempos; no es un estudio de movimientos ni un
análisis de éstos en los sujetos... No es dirección
dividida ni dirección funcional... El hombre medio piensa en
una o más de estas cosas cuando escucha las palabras administración
científica, pero la administración científica
no es ninguna de esas invenciones. No estoy hablando con desprecio
de los sistemas... lo que
estoy haciendo resaltar es que esos planes, en todo o en parte, no
son administración científica; son anexos útiles
de la administración científica...".
"En esencia, la administración científica implica
una revolución mental por parte de los trabajadores... en cuanto
a sus deberes respecto a su trabajo, a sus compañeros y a sus
patrones. E implica la revolución mental igualmente completa
por parte del sector directivo,... sin esta revolución mental,
completa en ambos lados, la administración científica
no existe."
